Celebrando la semana de MARIA ROSA MOLAS, hoy os hacemos llegar el testimonio de una profesional de la Familia Consolación, quien nos cuenta su camino y el significado de su profesión a través del Carisma de la Consolación
M.ª Pilar Latorre Salvador. Auxiliar de Enfermería, Residencia Hermanas Mayores Sta. M.ª Rosa Molas, Almazora (Castellón).
Entré en contacto con la Congregación de la Consolación por una “jugada” del destino.
Había trabajado 3 años y medio como Auxiliar de Ayuda a Domicilio. Luego llevaba casi 11 años en una pequeña Residencia de Ancianos regentada por “Siervas de Jesús”, Santa Ana y San Juan en Vila-real. Era un lugar con mucho encanto, pero antiguo que, por mucho que trataba de actualizarse, no podía cumplir con las nuevas normativas que iban surgiendo.
Nuestro jefe buscaba una solución y la encontró en una Residencia de Mayores de nueva construcción, Santa María Rosa Molas de Almazora, con la que llegaron a un acuerdo para subrogar tanto a residentes (la mayoría) como a trabajadoras.
Así fue como comenzó una aventura de 5 años en esta residencia en la que trabajamos muy duro para hacernos un hueco en los corazones de las personas. En este trayecto se fue reconociendo nuestro centro por la calidad de la asistencia y acompañamiento a personas mayores y familiares en este difícil tramo de sus vidas, y en el que su bienestar ocupa el primer lugar en nuestras prioridades.
Después de casi 20 años de trabajo, tuve problemas de salud relacionados con la espalda y, tras dos bajas de larga duración, decidí dejar mi trabajo.
Un tiempo después recibí, con sorpresa, una llamada ofreciéndome un nuevo puesto de trabajo adaptado a mis posibilidades que me permitía volver a desempeñar mi profesión sin ser un riesgo para mi salud y por el que doy gracias cada día.
De este modo entré a formar parte de la Casa de Hermanas Mayores Sta. Mª Rosa Molas de Almazora, donde llevo año y medio trabajando y aportando mi “granito de arena” para que estas Hermanas reciban la atención que merecen, proporcionándoles los cuidados que se me han asignado y aprovechando cada momento que paso con ellas para estimular a través de la comunicación, hablar, recordar, escucharlas contar sus vivencias y puedo asegurar que es un trabajo que disfruto, viendo en sus sonrisas mi mejor recompensa.
No puedo evitar ponerme en el lugar de cada persona a la que atiendo y pensar siempre en cómo me gustaría que me trataran a mí. Querría que me proporcionaran los cuidados necesarios, que me escucharan, que me dieran seguridad y confianza y sentirme querida.
A eso dedico mi vida dentro y fuera de casa.
Os doy las gracias de corazón por volver a contar conmigo y hacer que pueda seguir formando parte de la Familia Consolación.