Hoy 27 de enero nos hemos reunido (dentro de las medidas sanitarias adecuadas) para celebrar la ALEGRÍA, la alegría de cumplir 100 años de nuestra querida Paquita. Su vida ha estado llena de momentos felices, momentos de entrega al cuidado de seres queridos (abuelos, padres, suegros, marido) y siempre con dedicación, cariño y cercanía. Paquita es una mujer familiar y próxima a todos los que ya nos consideramos parte de su familia.
Celebramos también LA VIDA, vida que Dios nos regala y que en Paquita se ha hecho presente cada día, viviéndola intensamente y acompañada de la música que le deleitaba su querido esposo Alfredo.
En la vida sembramos brisas, caricias, encuentros…palabras y gestos que son semilla…que somos nosotros. Allí se despliegan, hasta dar fruto de amor. La cosecha no es el premio, es el ciclo de cada historia que devuelve lo que dimos, multiplicado como el eco o la arena.
Al compartir la Eucaristía hemos dado las gracias por esa vida, llena de experiencias, ilusiones, de encuentros, de vivencias, que a medida que pasan los años se transforman en más preciadas.
Por estos 100 años y por los que quedan por venir, gracias Señor.