Hoy queremos compartir con vosotros una nueva edición de PROFESIONALES CON CARISMA, en la que os mostramos el rostro de nuestros profesionales que cada día dan vida al Carisma de la Consolación con su trabajo.
En esta edición contamos con Laura Camacho, trabajadora social en la Residencia Santa María Rosa Molas de Almazora.
Os dejamos unas palabras de nuestra compañera y de lo que significa para ella formar parte de la Consolación:
«Es una bonita casualidad que el día que se publican mis palabras hace justo un año que empecé a trabajar en la Residencia Santa Mª Rosa Molas.
Cambié de casa, de ciudad, cambié mi cotidianidad y encontré en la Consolación una nueva FAMILIA. Desde el primer momento me he sentido arropada y segura, es un espacio único en el que desarrollarme como profesional y como persona. Además, ¡no puedo estar mejor acompañada! Me siento muy agradecida porque a mí también me hacen sentir como en casa cada día.
Durante el Grado en Trabajo Social realicé mis prácticas en una residencia de mi pueblo y fue una experiencia que recuerdo con mucho cariño. Trabajar con personas mayores siempre me había llamado la atención porque mi madre trabaja en este ámbito. Así que, tras finalizar el grado, me formé en gerontología.
Hay algo en el día a día cuando trabajas con personas mayores que es difícil de explicar, especialmente desde el carisma de la Consolación, pues nos ofrece un marco de valores fundamentales, donde el trato humano y humanizante, con calidad y calidez son la razón de ser.
Trabajamos para ser los verdaderos hogares de quienes habitan la residencia, entendiendo esta etapa de la vida como una etapa de plenitud y colocando a cada residente en el centro de todo lo que hacemos.
Personalmente, me gusta trabajar en esta dirección, hacer sentir que es un hogar desde la primera llamada para solicitar información. Es fácil transmitir esta idea cuando realmente lo crees, porque conoces a qué se dedicaron, dónde nacieron y quiénes son sus familiares. Sabes a quién le encanta el chocolate y quién prefiere unas rosquilletas o una coca de manzana. Acompañas a sus familias en el momento en el que depositan toda su confianza en unas manos ajenas y durante toda su estancia aquí.»
Desde aquí, damos las gracias a todos los que continúan haciendo de esta profesión “de cuidado” una vocación.